domingo, 21 de noviembre de 2010

Cantinflada - Martha Hildebrandt


Cantinflada en El habla culta (o lo que debiera serlo) (2003) de Martha Hildebrandt



A partir de 1940 —año de su primera película importante — se populariza en la América hispana el nombre artístico, Cantinflas, del actor cómico mejicano Mario Moreno, muerto a los ochenta años en 1993.


Sobre el origen de ese nombre artístico hay varias hipótesis, ninguna convincente para un lexicólogo. Pero —como suele suceder— son los legos en la materia quienes lanzan o recogen, con seguridad digna de mejor causa, las más pintorescas hipótesis etimológicas.


Relata, por ejemplo, Carlos Monsiváis, que en cierta ocasión, cuando el actor principiante Mario Moreno se explayaba en una cháchara enredada,


“Alguien, divertido con el fluir del disparate que propicia el cómico, le grita: ¡Cuánto inflas! (¡Qué borracho estás!): la contracción [de cuanto más inflas] tiene éxito, aparece Cantinflas y en esta materia lo verdadero es lo muy probable”. (En “Un caballero a la medida”, artículo publicado en Cambio 16; Madrid, 3 de mayo de 1993).


Si en el muy serio asunto de las etimologías “lo verdadero es lo muy probable”, como afirmaba Monsiváis, para algunos es igualmente probable que el apelativo Cantinflas haya resultado de la contracción de otra frase dicha en oportunidad semejante a la descrita por Monsiváis: en la cantina inflas, es decir, ‘en la cantina bebes hasta la ebriedad’, según se entiende en el español de Méjico.


En su última edición el Diccionario de la Real Academia Española incluye, como mejicanismo, el sustantivo masculino cantinflas referido a quien habla o actúa como el personaje identificado con dicho actor mejicano. Registra igualmente, también como mejicanismos de uso extendido a otros países de Hispanoamérica, los derivados cantinflada ‘dicho o acción propios de un cantinflas’, cantinflear ‘hablar o actuar en forma disparatada o incongruente’ y cantinflesco, adjetivo que remite a un cuarto derivado: acantinflado. Por último, incluye otros dos derivados que, al parecer, no se usan en Méjico: el venezolanismo cantinflérico y cantinflero como chilenismo.


En cuanto a acantinflado, aparecía ya en la edición de 1970 del Diccionario de la Academia (en el Suplemento) y, lo que es curioso, sólo como chilenismo. La entrada se mantuvo así en la edición de 1984 del DRAE; en la de 1992 acantinflado aparece como uso de Chile y Méjico.


Los nombres propios —los sobrenombres entran también en este grupo— no son en español prolíficos derivados que, como sustantivos, enriquecen el caudal de la lengua.


A semejanza de cantinflada se pueden citar barrabasada, de Barrabás, nombre del reo indultado con preferencia sobre Jesús; quijotada, de Quijote y perogrullada, de Perogrullo, nombre de un personaje popular identificado con la verdad palmaria que es superfluo repetir.


Los verbos derivados de un nombre propio, apellido o sobrenombres, como cantinflear, son todavía más escasos. Uno de ellos (que lleva también el sufijo de frecuentativo –ear) es jeremiquear o jerimiquear ‘lloriquear, gimotear’, del nombre del profeta Jeremías, célebre por sus lamentaciones; el verbo está restringido al uso de Andalucía y América.


Adjetivos terminados en el sufijo –esco, como cantinflesco, parecen algo más abundantes. Son ejemplos: dantesco, del nombre Dante Alighieri; quijotesco, de Quijote; quevedesco de Quevedo; donjuanesco ‘propio de un donjuán’, del nombre del personaje de Tirso de Molina y Zorrilla; churrigueresco, del apellido Churriguera, perteneciente al creador de un estilo de ornamentación recargada en la arquitectura española del siglo XVIII; rocambolesco, de Rocambole, personaje creado por el novelista francés Ponson du Terrail.


En cuanto al adjetivo cantinflero (usado también como sustantivo, referido a personas) que es sinónimo de cantinflesco y está documentado en el habla peruana, resulta difícil hallar otros adjetivos terminados en –ero que sean derivados de nombres o sobrenombres de persona.


En el español del Perú está también documentado el derivado cantinflismo. No hay duda de que el nombre artístico del actor mejicano Mario Moreno resulta un ejemplo extremo de productividad en el campo léxico.


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